Existe suficiente consenso como para afirmar que el ejercicio físico es determinante para el estado de conservación del organismo (acompañado del descanso y una alimentación equilibrada) pero, a pesar de ello, seguimos sin sistematizar la práctica de actividad física. Tenemos la fórmula para la “eterna juventud” pero seguimos sin hacer uso de la mágica receta.
Es como si en el fondo nos diera igual tener o no tener salud. Y hasta que no le vemos las orejas al lobo no ponemos los medios para remediar, quizás lo irremediable…
Las conductas generan hábitos, pudiendo así modificar las creencias. Pero son realmente las creencias las que modifican los hábitos y las conductas. Y digo esto porque es ahí donde los profesionales de la actividad física, los medios de comunicación y en definitiva todos los agentes implicados en el proceso debemos intervenir. Porque aunque ¿lo sabemos? (lo importante que es el ejercicio físico) parece que no acabamos de tenerlo claro a la luz de los acontecimientos.
Quizás en nuestro subconsciente, el ejercicio físico no está en el lugar que le corresponde…Y la verdad es que, visto lo visto, cualquier excusa es buena para dejarlo y/o posponerlo para ¿otra ocasión? ¿De verdad somos conscientes de su importancia?
Las creencias son las ideas que pensamos que son verdad y que empleamos como base para la acción diaria. Por tanto, si la acción diaria va en otra dirección, resulta que no tenemos tan asumido como parece que el ejercicio físico es bueno y necesario. El elemento clave es que si las creencias existen, la capacidad la tenemos y por tanto, modificaremos el entorno y los comportamientos. Si no, no.
Un hipotético caso de fracaso en lo relativo a la práctica de ejercicio físico podría ser así….
Entorno: Mi ciudad tiene hermosos parques y buen tiempo para practicar ejercicio al aire libre. Además cuenta con un gran número de centros para todos los gustos y para todas las economías. Desde grandes instalaciones económicas y con una oferta amplia, a pequeños estudios de entrenamiento personal con profesionales muy cualificados pero más caras.
Comportamiento: Este mes no voy a entrenar. Cuando tenga más tiempo.
Capacidad: No puedo comprometerme con el entrenamiento.
Convicción: No tengo claro que si entreno consiga mis objetivos.
Creencia: No pasa nada si no entreno….
Un hipotético caso de éxito en lo relativo a la práctica de ejercicio físico podría ser así…
Entorno: Mi ciudad tiene hermosos parques y buen tiempo para practicar ejercicio al aire libre. Además cuenta con un gran número de centros para todos los gustos y para todas las economías. Desde grandes instalaciones económicas y con una oferta amplia a pequeños estudios de entrenamiento personal con profesionales muy cualificados pero más caras.
Comportamiento: Esta tarde empiezo a entrenar.
Capacidad: Puedo comprometerme regularmente. Puedo sacar tres horas a la semana
Convicción: Si entreno conseguiré mis objetivos.
Creencia: El ejercicio físico es necesario para mí.
Visto lo visto… debemos intervenir en las creencias. Necesitamos por tanto planteamientos integrales y programas ecológicos como he venido llamando en los últimos años a los planes de trabajo que nos ayudan a crecer como personas, amparan nuestro estado físico y en definitiva nos permiten llegar a ser seres más felices…